Querido Felipe/Phillippe/Pipo/Josefo/Felifoca/momentareamente
Rodolfo,
Cuando desperté esta mañana creí que iba a ser un día como
cualquier otro…viviendo un poco lo que es volver al hogar, a vivir con mis
papas y contigo y Lola. Sin embargo, todo cambio sin previo aviso en un par de
horas. Te pusiste muy enfermo y nos tocó dejarte ir. Sé que estás en un mejor
lugar, sé que le harás compañía a Cris que te amo desde siempre y al que tanto
amabas y cuidabas tu.
Quiero contar un poco de tu historia…antes de que llegaras!
Cris todavía usaba pañales y yo estaba comenzando el colegio, y nos dio la
piquiña de perro. Recuerdo que llenamos la casa entera de letrero de colores
diciendo “Queremos un Perro” “Papi, por favor!” “Perro para la casa”, etc. Las
pusimos en la tapa del inodoro, entre los cajones de la ropa, en las pantallas
de los televisores…mejor dicho, por suerte en ese momento no tenia consciencia
ambiental porque la cantidad de papel que utilizamos fue absurda. Pero papá
estaba determinado que no quería perro…mas tarde entendí que no quería perro
justamente porque los quería demasiado y no quería sufrir la perdida de un
perro. Tristemente, unos años después, estaríamos viviendo otra muerte mucho
mas inesperada que la de un perro.
Sin embargo, mamá te trajo una tarde cualquiera. Cris y yo
estábamos en el balcón pequeño del Crillon cuando viniste corriendo hacia
nosotros. La felicidad no te la imaginas, aunque creo que tu recuerdas. Eras un
loco, corrías sin parar y te estrellabas contra las paredes. Cuando llegábamos
del colegio nos tocaba pegarnos a la pared para que no nos tumbaras y sabíamos
que no podíamos mirarte fijamente a los ojos pues nos brincarías encima a jugar
(detalle que tu tía Pato tomo literal y casi se muere del miedo cuando te
conoció).
Recuerdo en esos primeros años un momento en especial, fue en
el comedor del apartamento en el Crillon, yo tenia como 7 u 8 años, y tu
estabas acostado frente a la puerta de la cocina. Algo había pasado, creo que
te habían regañado a ti o a mi, pero recuerdo fue sostenerte la cabeza, mirarte
fijamente a los ojos y decirte al oído “te voy a cuidar y querer toda la vida,
ok? Toda la vida, te lo prometo Pipo que siempre te voy a querer ”. Y así fue.
Aunque Papá repetidamente me recuerda lo poco que te cuide
creciendo (tiene razón, era una peque y no entendía lo que implicaba cuidar un
perro) o que Cris estaba mas pendiente (pues tu lo adorabas, Papá no podía ni
jugar brusco con el sin que te metieras a defenderlo), yo siempre tuve ese
momento en mi cabeza y en mi corazón. Estando en Colombia estos últimos años me
hacías mucha falta y cada vez que me iba de Panamá lloraba al despedirme de ti
pues ya estabas muy viejito y no sabia si te volvería a ver.
Hace unas semanas te enfermaste y fue el comienzo del final
sin que nosotros lo supiéramos. Hoy amaneciste bien y decaíste muy rápido,
estuviste convulsionando mucho al final y aunque no estabas adolorido pues la
doctora me dijo que no dolía, no me gusto verte tan mal.
Quiero agradecerte tu compañía Pipo. Fuiste el mejor perro
que alguien jamás podría tener: tierno, divertido, loco, chocho al final, fiel,
amoroso, comelón y con una seria ilusión de ser humano. Haberte tenido en mi
vida (casi toda mi vida! 18 de 24 años!) fue algo que definió quien soy hoy. Si
no hubiese sido por ti estoy segura que no seria tan apasionada por los
animales, no estaría haciendo el curso que estoy haciendo, no creería en el
poder que tienen los perros y su compañía en las personas. Me enseñaste a
querer sin prejuicios, a disfrutar de la vida y a tener derecho a ser jodida en
algunas cosas (como tú con tu agua).
Hoy me voy a dormir extrañandote, y se que por mucho tiempo
me va a hacer falta escuchar tu taconeo (aunque a los vecinos de abajo quizá
no), el cling-cling de tu collar cuando caminas, los ladridos viniendo desde el
baño para que te de agua, tu aliento de pescado y pedos asquerosos (bueno quizá
eso no me haga TANTA falta), tenerte siempre al lado en la mesa del comedor, y
sobre todo tenerte cerca y la felicidad y risas que nos causabas.
Te agradezco por haber estado ahí en los momentos mas
difíciles, por haber tratado de ayudar a Cris cuando lo viste, por haber sido
parte de mi vida y de haberme acompañado todo el camino.
Me alegra saber que hoy estas acompañando a Cris, que el te
esta consintiendo y tu a el y que ahora tendremos a dos angelitos con nosotros.
Estoy feliz por saber que pude cumplir esa promesa que te
hice hace tantos años, que te cuidamos y te dimos la mejor vida posible y sobre
todo que siempre te amamos.
p.d - A Lola también le vas a hacer mucha falta, ya no tiene quien
se le siente encima o le huela la cola ni a quien molestar para jugar.