Para los que me conocen probablemente en algún momento me
han escuchado hablar de mi abuela. Algunos han tenido el placer de conocerla y algunos
privilegiados de haber pasado tiempo con ella, jugando cartas, escuchando sus
chistes y consejos. La verdad es que mi abuela es lo máximo. De ella he
aprendido lecciones de vida, y siempre me sigue sorprendiendo con su sinceridad
y sabiduría.
Es una mujer que siempre le ve lo positivo a la vida, que
aunque viva con una condición dolorosa casi nunca se queja, que con rodillas de
metal y que la hacen bajar las escaleras lento después sale “como una gacela”
para mostrar que ella puede. Es alguien que ha tenido que vivir momentos muy
difíciles y que en vez de dejar que esos momentos definieran su vida, los
enfrento con cabeza en alto y de frente, tanto que quizá sin darse cuenta guió a
aquellos a su alrededor cuando mas lo necesitaban.
Mi abuela atrae a las personas, su casa siempre tiene
visitas. Ella es consejera de todos, con risa y brutal honestidad puede
iluminar cosas que otros no han visto. Es un imán familiar, para sus hermanos y
sobrinos, hijos, nietas, amigos…es un pilar.
Puede que diciendo todo esto la ponga en un pedestal, sé que no es perfecta, y en su silencio
a veces carga mucho peso pero aún así enfrenta la vida con sinceridad y el
corazón abierto en todo momento. No siempre estoy de acuerdo con ella tampoco,
hay cosas que simplemente vemos distintos pero la verdad es que ella tiene la
razón en muchísimas cosas, como dice ellas “estas canitas me han costado muchos
años, son sabiduría!” y le doy la razón. Y bien? Que son algunas de las cosas
que me ha enseñado? Pues, a “nunca perder el glamour” (terminología que si eres
de mi familia la entenderás mejor pues implica una actitud hacia la vida mas
que una manera determinada de comportarse), a no rendirse ante la vida ni las
personas, a ser sincera, a reír “mínimo 30 min diarios”, a jamás poner los
codos en la mesa o sentarse en el comedor con sombrero y a servir bien cuando
vienen invitados, a tener paciencia, a estar siempre presentable (esa me consta
que me cuesta, si me conocen saben que soy un poco dejada) y sobre todo…a amar.
A no tenerle miedo al amor, a no pensar tanto las cosas, y que el amor no es
perfecto a todo momento. El amor que tiene mi abuela por mi abuelo es
incomparable…solamente con el amor que le tiene el a ella.
Mi abuelo es el complemento de mi abuela. El tuvo cancer
hace muchos años y su voz cambio drásticamente. Yo no recuerdo mucho antes de
su cirugia, hace poco escuche su voz “de antes” en un video y me impresiono
porque no la reconocia. Muchos dicen que eso lo cambio, pero para mi siempre ha
sido el mismo. Mi Tito. A punta de coscorrones de amor y abrazos espichados
entre un “muchacho, muchacho” siempre he sentido que esta tan lleno de amor que
no sabe bien como expresarlo. Después de un par de tragos le queda mas fácil y
dice las cosas mas hermosas de este mundo. Creo que es un ejemplo perfecto de
lo que fue la sociedad de antes, donde los hombres no debían expresar o decir
sus sentimientos pero eso no quiere decir que no los sintieran. Mi abuelo es un
hombre sensible, un hombre bueno, demasiado bueno a veces (como mi mamá) que la
gente se aprovecha. Es trabajador, un hombre de rutina, informado y lector.
Gracias a el soy apasionada de la literatura, en especial las novelas
históricas y su biblioteca es mi Disneylandia. Su pasión por conocer sobre
otros lugares y culturas a través de los libros y el viaje claramente han
marcado mi vida profundamente. Amo poder sentarme con el a hablar de todos
estos mundos que nos encantaría conocer, escucharlo hablar es como tener una
enciclopedia propia y lo mejor es que disfruta de compartir ese conocimiento y
de siempre seguir aprendiendo. Es como una sed insaciable por conocer y que yo
felizmente he adoptado.
Mis abuelos me han mostrado que la vida real es a veces mas
mágica que una película de amor, pues su historia es hermosa e increíblemente
romántica. Sin embargo, también me han enseñado que un matrimonio no es tarea
fácil pero que no hay porque rendirse cuando las cosas se ponen difíciles.
Llevan casados mas de 55 años, se han acompañado en las buenas y en las malas,
han vivido situaciones familiares y económicas complicadas, pero siempre han
sabido vivirlas juntos, de la mano, acompañándose. El resultado de todo ese
amor es claramente visible al ver a mi familia. Así estemos regados por
distintas ciudades del mundo (Miami, San Antonio, Panamá, Bogota, Cali y Buenos
Aires) siempre estamos juntos y nos hablamos y nos queremos y nos sentimos
amados y amamos profundamente. Con el pasar de los años he aprendido que la
familia que tengo no es común, que no todos tienen la bendición que he tenido
yo de formar parte de una familia tan amorosa y comunicativa. Sé que esto es el
resultado de mucho trabajo y mucho amor por parte de mis abuelos y es lo que
mas les agradezco, el que hayan hecho que mi familia sea como es, unida y
solidaria en todo momento. Gracias a ellos tengo claro que lo mas importante en
la vida es la actitud con la que la enfrentamos, pero sobre todo, poder vivir
la vida sintiéndome siempre acompañada y amada, sin importar en que rincón del
mundo me encuentro.
Tito y Tita, gracias. Los adoro y son un ejemplo a seguir.